Mi hija, que es “marveliana total”, me comentó hace unos días que le gustaría trabajar como Defensora de los Datos. No entendí muy bien la inquietud profesional y le pedí que se explicara mejor.
Me dice que pasa mucho tiempo en el Planeta Marvel y ve como sus habitantes (Los Vengadores, Thor, Iron Man, etc…) trabajan por la seguridad del planeta y por la estabilidad en el mundo y que hace días había escuchado una noticia sobre seguridad de los datos, la ciberdelincuencia y la trata de datos.
Se informó de que, a pesar de toda la ciberdelincuencia (y de que los malos están siempre ahí, al otro lado de la red, del móvil, de la Smart tv…), hay personas que se dedican a trabajar para que los datos no sean usados de mala manera, personas que cada día se preocupan por ampliar el perímetro de seguridad, personas celosas de la ley en su adaptación y cumplimiento. Me preguntó si era una profesión esa de Defensora de los Datos.
Ante la pregunta, me senté a su lado y le hablé de los peligros que nos rodean en materia de seguridad para nuestros datos, le dije que internet era un planeta casi más peligroso que el marveliano, lleno de amenazas y de malos acechando, pero también que en internet trabajan muchas personas preocupadas por esos peligros y procurando cuidados y protecciones ante todas las amenazas que llegan cada día.
Así que sí -le dije-, ser Defensora de los Datos es una profesión de la que podrías sentirte orgullosa, que requiere destrezas y competencias que van más allá de las puramente técnicas y legales, que requiere una práctica segura y diligente para estar vigilante y no perder de vista los datos que otros te han entregado confiablemente.
Tienes que ser una buena conversadora, comunicadora y proactiva, para poder anticiparte a las acciones que podrían poner en riesgo esos bienes tan preciados en los que se han convertido los datos.
Tendrás que vigilar a los gigantes que acechan cada día y a los pequeños que con sus engaños y con sus cuentos intentan engatusarnos y engañarnos para que les demos nuestros más íntimas y privadas informaciones (ellos ya se encargarán después de convertirlos en datos con los que traficar a nuestra costa).
Tendrás que aprender a configurar debidamente todos los programas y aplicaciones con las que nos vemos obligados a trabajar cada día y, sobre todo, tendrás que documentar todo ello elaborando informes, registrando y documentando toda evidencia de las actividades que lleves a cabo para poner a buen recaudo los datos que no son tuyos.
Para ello tendrás que estudiar, prepararte para conocer bien las leyes europeas y nacionales, lo que te facultará para defender el buen uso de los datos que te han confiado.
Pero todo esa preparación no es lo más duro, lo más duro es convencer a las empresas que te rodean y a las personas que usan, ceden o pretender acceder a los datos que te han encomendado defender, que deben ser diligentes y cuidadosas con esos bienes, esas informaciones, incluso esas emociones expresadas a través de emoticonos, y que también deben ampliar su perímetro de seguridad, pues la seguridad y la protección la hacemos entre todos.
Me miró seriamente y me dijo con firmeza: mamá, ahora tengo más ganas que nunca de ser una Defensora de los Datos, seré una GUARDIANA DE LOS DATOS y siempre mantendré la “Zona Vigilada”.
Y levantándose, fue a reconfigurar su perfil en sus redes sociales favoritas y a colocar una pegatina para cegar el ojo ciclópeo de la cámara de video integrada en su portátil.
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